De los cascotes a Natanson
A finales de octubre del año pasado en el local de Caretas y Caretas de la calle Sarmiento en Buenos Aires, María Pía López describió el estado de ánimo de los simpatizantes del gobierno de Cristina luego de la última derrota electoral a manos de la derecha. Deslizó que estaban apunados, como los jugadores de nuestra selección de fútbol cuando les toca jugar en el altiplano. Apunados, en efecto, sin encontrar la vuelta al modo apropiado de acción ante la dupla de reveses comiciales. Creo también que están consternados, rabiosos, como en los versos sencillos y combativos pero no menos encantadores de un poeta que tuvo sus picos de popularidad en los años setenta. José Natanson dice que en su libro ¿Por qué? propone explorar la eficacia del macrismo. Al autor le parece que sus críticos le contestan apunados, consternados, rabiosos y envejecidos. Pero no solo eso.
Una lectura straussiana del film “Pantera Negra”
Esperábamos una película como Pantera Negra, pero Pantera Negra no era la película que esperábamos[i]. La primera señal de ambigüedad es el hecho de que el film fue recibido con entusiasmo por todo el espectro político: desde los partisanos de la emancipación negra que observan el primer acto afirmativo de Hollywood sobre el poder negro, los progresistas que simpatizan con sus razonables soluciones – educación y apoyo, no lucha – hasta algunos representantes de la derecha alternativa que reconocen en el saludo del film – “Wakanda forever “– otra versión del “Estados Unidos primero” de Donald Trump (a propósito, esto es por lo que Mugabe, antes de perder el poder, también dijo amables palabras sobre el presidente norteamericano)…
Sobre “Búsqueda” de Miguel Robles
Este libro se debería leer bajo el influjo contextual de una ficción de Borges: “Tema del traidor y del héroe”. Muchas veces se sostiene con una convicción inquietante que ciertos acontecimientos fueron como se razonaron y juzgaron en un momento determinado y que con una que otra adición quedaron empaquetados para los anales. Se advoca que las lógicas binarias conducen a conclusiones que después de proclamarlas provocan alguna turbación, por pobres y, en gran probabilidad, erradas. Sin embargo, resulta harto difícil escaparse de esa defectuosa forma de evaluar – a pesar de lo cual creo que existen binarismos complejos. De tal percance no se libran personas ni entidades que gozan de autoridad ya sea porque son especialistas, por trayectoria, o porque son gente buena y justa, y dan la impresión de dominar la materia sobre la cual exponen.
Densidad testimonial
Una veta de trabajos sobre los setenta se ha venido expandiendo desde hace unos años. Es la que testimonia, estudia, filma y ficcionaliza historias, puesta en marcha en gran medida por hijos de desaparecidos, presos y exiliados. Hay un número significativo de títulos publicados y su aporte básico es la contribución al entendimiento de una de las consecuencias más dramáticas de los años duros. Estas obras continúan la ardua indagación sobre la aclaración histórica de esa época colmada de tragedias y secretos. Se imponen, entre otros propósitos, cubrir los vacíos dejados por los perpetradores.
Poética mata terror
El libro testimonial ofrece el atractivo de la confesión, la primicia reveladora, enriquecedora del conocimiento o la sensibilidad del husmeador en privacidades ajenas. Pero advienen dudas. No sé de escritores consagrados que testimonien; escriben memorias. Los que testimonian lo suelen hacer por la primera y única vez. Al testigo no se lo suele estimar como escriba avezado, capaz de engendrar obras decorosas. Se lo adivina – sin malicia – como un voluntarioso primerizo al que si no se le olfatea habilidad de entrada, sobreviene el temor de una rifa potencial del tiempo del lector.
Memoria caballar fallida
Leía Tomar las armas (2016) de Horacio González, cuando de repente se me sacudió la lectura por la mención del narrador de la novela del caballo Pherénikos. No sabía de él – raro – así que verifiqué que, más o menos milenio y medio atrás, fue pingo famoso. Por esas asociaciones que uno atribuye a la distracción, me volé a un restaurante japonés de Toronto llamado Ramen Isshin al que hace poco visitamos con mi pareja invitados por un matrimonio joven y progresista oriundo de Estados Unidos.
Cartas de Walsh
Leer a María Moreno es – para resignificar el lugar común que sigue – salirse de la zona de confort, no para probar una nueva marca de café o para irse de vacaciones a un lugar distinto del habitual, como recomienda el aviso publicitario de la tele. Se trata – si se desea, por supuesto – de comparar y confrontar las adhesiones históricas de uno – el lector – con una “otra” – la autora – que no es enemiga ni mucho menos, pero tampoco del puro palo. Como narradora cuestiona la conveniencia y complacencia de pensamientos, posturas y convicciones de aquellos de nosotros tiernamente convencidos que sí nos mantenemos – o fuimos – del palo puro.